Tantas veces cuando el silencio se colgaba entre
ellos y él preguntaba a ella “¿qué piensas? Ella contestaba
“nada”. En ese nada había todo. Un universo entero cabía en el
“nada” antes de su creación y no importa como uno se la imagine
a que teoría se apegue. Antes de todo lo que había era “nada” y
cuando todo se pierde lo que nos queda es “nada”. Así que no
desprecies a la nada porque está en el inicio y final de las cosas.
A veces asusta, desanima, pero al mismo tiempo, ocupa preocupa y
ocupa. No lo menosprecies y cuando lo recibas como respuesta, trata
de descubrirlo y entender la amplitud de su alcance y significado.
Recuerda que para comunicarse bien con otras personas es bueno
conocer contenido de tu “nada” y del de los que se relacionan
contigo.
Feliz martes de “nada”.

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