Huía de las decisiones así
como muchas veces huía de las respuestas a las preguntas que le
ponían los que lo amaban. No fue un buen corredor pero sabía huir.
Los años de experiencia le han enseñado que a veces se puede huir
solo dando un paso al lado escondiéndose en la sombra de otro tema o
en la puerta del otro problema. Creía que huir complica menos las
cosas, que éstas no tocadas se van a resolver solas o alguien que
sabe más que él lo va a hacer. Eso no ocurría y los problemas no
resueltos se hinchaban, amontonaban y causaban cada vez más peligro.
Un día todo se podía derrumbar sepultando a los que estaban cerca.
Trata de asumir tus responsabilidades, no huyas de ellas. Sé claro
en lo que puedes, o estás dispuesto hacer. Que nadie espere de ti
que de repente te vas a ocupar de algo de lo que nunca quisiste
ocuparte. No esperes que otros hagan lo que a ti te toca.
Feliz jueves sin huidas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario