Graciela buscaba los pequeños elementos que aunque casi no percibidos
por los demás formaban parte de abanico de felicidad. Había ahí
unos “Buenos Días” y “Hola” dichos por sus seres queridos en
las mañanas nublosas y grises que daban suficiente luz para empezar
bien el día. También tenía unos cuantos “Gracias” y “Que
rico, que lindo” que ella repartía a su alrededor encendiendo unas
pequeñas lamparitas de cariño capaces alumbrar incluso la noche más
oscura. Y tal vez lo más importante el lugar de una sonrisa nunca
ocupaba una mueca.
Feliz Lunes con abanico de pequeñas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario