Ernesto tenía bien definidas ciertas cosas en su
vida, pero siempre había una nube de dudas, alrededor de la montaña
de felicidad, que intentaba escalar. Se acumulaban decisiones y
experiencias y a veces no arrancaba el motor del destino. Algunas
cosas pesaban e impedían lanzarse. A veces es más seguro saltar,
que bajar despacio. Llego el momento de vivir las experiencias y no
coleccionarlas. Vencida la gravedad del primer salto a la felicidad,
llegaron otros atrayendo alegrías, disipando las nubes de ”¿será
que se puede?”, dejando una hermosa vista y amplio horizonte de la
belleza de la vida.
Feliz Viernes de dar saltos hacia felicidad.
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