Elizabeth esperaba los domingos para poder estar con
los suyos. Tenían la costumbre de hacer las cosas juntos, así nada
se hacía pesado y siempre hubo mucho tiempo para la conversación.
Hablaban mucho y hablaban de todo. Las palabras nunca eran huérfanas
de sentimientos. No servían solo para rellenar los espacios de
silencio, sino en cada conversación transmitían los diferentes
matices de cariño. Elizabeth observaba y escuchaba los silencios,
que de repente aparecían. Si estos empezaban ser tensos e incómodos.
Era la señal que algún tema hay que tocar, pero sin violencia,
dejando tiempo para que se maduren los sentimientos y encuentren
palabras de su talla para salir y no herir. Palabras y silencios se
respetan y se escuchan.
Feliz Domingo de escucha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario