Se sentía como el patito feo. Para ser más exacto,
a estas alturas de su vida, asumía como suyo lo que opinaban y
decían los demás. Los que miraban su vida desde fuera, se
sorprendían al oír sus afirmaciones, pero como no eran sus amigos,
poco importaba lo que opinaban. Los que si lo eran, años se han
dedicado para desanimarla. Algunos ”amigos”, no comparten,
compiten. Necesitaba encontrar personas nuevas, de las que nada piden
y siempre tienen tiempo. Necesitaba pararse con ellos frente a un
espejo, no para compararse, sino para mirase, y tal vez lo más
importante necesitaba ver su reflejo en los ojos de la persona
querida, escuchar el suspiro y la primera vez en su vida decir sin
miedo, sin sospecha, sin burla, sin reproche, “Soy bella sin más,
me siento bien conmigo misma”. Después de eso, ya nada fue igual.
Todo fue bello como ella.
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