Toda su vida
se balanceaba entre cuidar o gastar. Sus padres le han inculcado el
cuidado de las cosas. Procuraba no gastar más de lo necesario y
cuidar cada cosa que tenía en sus manos. Admirable fue su atención
su administración y capacidad de ahorro. No era de estas personas
rígidas que no se dan gustos viven amargadas y obsesionadas. No
vivía tensiones no necesarias, llegando a un equilibrio muy sano.
Descubrió para ella misma que es de los sabios vivir cuidando las
cosas, pero que es de los felices vivir gastando la vida. Las cosas
se pueden ahorrar, usar con cuidado, reciclar. La vida se tiene una
sola vez. No se ahorra. Eso si se cuida y protege pero nos está
dada para gastarla sintiendo la felicidad. Nadie tiene derecho de
adueñarse de ella. La compartimos, pero no nos desentendemos de
nuestra propia responsabilidad de usarla, dirigir y gastar hasta el
último segundo.
Feliz lunes de
gastar la vida.

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