La sinceridad
solo estaba entre sus exigencias casi nunca entre sus ofertas. Otros
deberían ser sinceros, ella se quedaba callada. La sinceridad no le
alcanzaba para ella misma frente a los demás y ni siquiera frente al
espejo. Casi nunca llegaba a decir todo, ni a responder a todas las
preguntas. La vida de otros fue de su interés hasta el último
detalle y la suya propia se ocultaba detrás de silencios profundos y
miradas desviadas. Nadie llegaba al fondo de su corazón incluyendo a
ella misma. Antes de esperar o exigir la sinceridad ajena, regálate
la propia. Cuestiónate así como cuestionas a los demás y no huyas
de las respuestas.
Feliz viernes
de sinceridad con uno mismo.

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