Cada vez que
se acostaba en su almohada de suspiros, se sentía libre. No le
pesaba tanto su despertar. No huía al mundo de fantasía, no deseaba
ser la princesa del cuento. Simplemente querría que alguien la
escuche, sin interrumpir, juzgar y dar lecciones, que la tome en
cuenta y que la dejen de comparar con otros. Su almohada recibía
todo. Ella descargaba este enorme peso, que durante tantos días ha
cargado en silencio. En la noche es más fácil encontrarse con
otros, porque en la noche nadie se ruboriza, y en la noche es más
fácil encontrarse con uno mismo. El día nos entretiene con miles de
pantallas encendidas. La noche pone frente a nuestros ojos la única
pantalla negra del sueño en la que se proyectan nuestros sueños,
pensamientos y sentimientos. Y en la oscuridad se ve claramente cada
detalle que aparece en la pantalla. Mira bien lo que ves por la noche
cuando cierras los ojos y vive con los ojos bien abiertos durante el
día.
Feliz domingo
de ojos bien abiertos y almohadas atentas.

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