Hace bastante
tiempo que no podía descubrir ninguna diferencia entre su presencia
y su ausencia. Estuvo pero como si no estuviera. Solo ocupaba un
espacio en la casa, pero dejo de ocupar un lugar en las decisiones,
en las conversaciones y al parecer también en los corazones. Eso no
ocurrió de un día para otro, sino que fue fruto de un largo
proceso. Al principio se ausentaba solo por unos instantes, porque
siempre tenía llamadas urgentes y asuntos impostergables. Se perdía
partes de conversaciones, luego se ausentaba una que otra vez en la
mesa. Terminó ausentándose en la vida de los que lo rodeaban. Sabía
todo lo que pasaba fuera de la casa e ignoraba todo los que pasaba
dentro. Conocía los gustos de sus jefes sus amigos, pero no sabía
que les gusta a sus familiares y lo peor de todo, no sabía que les
gusta a sus hijos. Ten mucho cuidado con tus ausencias. Puede ser que
algunas de ellas son inevitables. Recuerda que si se repiten con
demasiada frecuencia hasta pueden borrar o por lo menos a poner en
duda tu existencia.
Feliz viernes
sin ausencias.

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