No había ni
cerca ni lejos nadie a quien hablar sobre lo que tenía aprisionado
dentro. Desde hace años dejaba cosas calladas. Según ella eran
pequeñas y sin importancia. Y sí, tenía razón, cada una de ellas
por separado era una pequeñez. La arrojaba en algún rincón dentro
de su alma. Lo que pasa que con el tiempo se acumularon tantas cosas
que desequilibraban todo, haciendo que muchas veces se tambaleaba por
una cosa pequeña. Parecía inexplicable la exagerada reacción a
cosas tan insignificante, no entendía como pueden hacer tanto daño.
Y todo eso porque se olvidaba que ya ha guardado cientos, si no miles
de estas cosas pequeñas dentro, y que ya no cabía ni una más. Al
intentar guardarla se desequilibraba el frágil y forzado equilibrio
y se empezaba a caer todo en avalancha arrastrando la paz y la
felicidad. No guardes tanto dentro, por tu salud, por tu felicidad y
equilibrio, busca la manera de sacar a fuera, compartir con alguien
de confianza. No permitas que se formen avalanchas imposibles de
controlar.
Feliz martes
de descargar los pesos.

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