En el tiempo mágico de regalos, ella pensaba cuál
de ellos le haría más ilusión. Miraba las revistas de moda con
fotos coloridas y no le atraían ni los vestidos de los sastres más
famosos aunque eran muy bonitos, ni los perfumes más caros con las
fragancias más exquisitas. Tenía vestidos hermosos que casi no
usaba porque faltaba tiempo y ocasiones para hacerlo, y varios
frascos de ricas fragancias. Para tener más de cada una de estas
cosas tan bellas y tan lujosas solo se necesitaba tener más dinero.
Ese nunca sobraba, pero ese no era el punto. Lo que ella quería era
otra cosa. Era el tiempo que podría pasar con… o tenerlo para… y
ese tiempo no se vendía en ninguna parte. Dicen que más importante
que el regalo son las manos que nos lo dan y ella querría tener
tiempo para poderlo pasar con el dueño o la dueña de esas manos.
Solemos pensar que el valor de nuestros regalos depende de nuestro
poder adquisitivo, y puede ser que el cuantitativo si depende de eso,
pero el cualitativo depende de otra cosa. Depende de nuestra
capacidad y disponibilidad de darnos a nosotros mismos, dar nuestro
tiempo, atención, amor y cariño. Eso sí que no tiene precio y es
más valioso que cualquier otra cosa.
Feliz sábado de regalos.

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