Su silencio estaba muy hinchado de palabras. Ni
con una larga conversación le bajaba el hinchazón. Solo un alivio
pasajero cuyo efecto duraba muy poco. Ya perdió la cuenta de todas
las gotas que colmaron el vaso. Aunque a veces se estaba tambaleando
siguió de pie. Necesitaba un masaje lento
y pausado lleno de silencios y escucha, con una buena dosis de la
pomada de respeto y comprensión. El silencio hinchado puede volverse
muy perjudicial, provocar una ruptura, una
herida llena de reproches. Hay que distinguirlo del otro silencio
lleno de escucha, respeto, meditación que absorbe y musita las cosas
que recibe. Éste ayuda a reflexionar,
tomar distancia de las reacciones bruscas que pueden herir, lastimar.
Que no se hinche tu silencio de palabras que por alguna razón tienes
miedo de pronunciar.
Feliz jueves sin silencios hinchados.

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