Le gustaba de vez en cuando sentarse
solo y en completo silencio. Solo así podía escuchar la música de
su alma. El ruido le impedía eso y para ella era algo
imprescindible. Escuchándose podía descubrir cuanta paz y armonía
hay en ella o cuantas disonancias, ruidos y cacofonías se escondían
en su interior. Era algo que solo se puede descubrir en silencio sin
nada que pueda desviar a nuestra atención de lo que suena por
dentro. Las cosas no suenan claramente desde inicio. Nuestro oído
tiene que acostumbrarse a los sonidos apenas perceptibles. Eso solo
se consigue ejerciendo y perfeccionando la capacidad de escucha. Tal
vez esta Semana Santa podría ser para ti un buen tiempo de empezar a
escucharte a ti misma/o. Podrás descubrir lo que está en perfecta
armonía y lo que necesita algún ajuste, alguna corrección. ¡Que
suene la música de tu alma!
Feliz domingo de buena escucha.

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