Sin
tener ningún problema de movilidad uno tenía la sensación que todo
el tiempo estaba inmóvil. Es que ha renunciado los intentos por
dedicarse a contabilizar los fracasos. Es cierto que se ha equivocado
varias veces, pero si estaba aquí es por algo. No ha llegado a este
lugar por obra de magia sino porque la suma de sus esfuerzos permitía
un avance, un desplazamiento, que por muy pequeño estuviese, sumaba.
Solo los que estaban cerca de él le podían animar, hacerle ver lo
que ha recorrido y que no ha llegado al final de sus posibilidades y
muchísimo menos al final del camino. Quedaba un buen trecho por
recorrer, pero para eso necesitaba fe y compañía. Fe de que puede
que es capaz, que vale la pena y compañía como apoyo ánimo y
referencia. Los que sostienen y empujan cuando es necesario y los que
también acompañan para celebrar cada paso dado en el camino. No nos
inmovilicemos antes del tiempo y celebremos cada día como una
victoria.
Feliz
viernes en el movimiento.

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