No
levantaba la voz pero sus palabras tenían mucha fuerza. No imponía
ni obligaba, pero ahí delante de ella estaba su vida que era mucho
más elocuente que muchas palabras. Sin grandes pretensiones se
convertía en la persona de referencia para muchos que la rodeaban.
Nunca se ponían de acuerdo por qué su actitud les parecía
ejemplar. Algunos decía que nunca prometía más de lo que puede
cumplir, otros que no respondía mal a nadie incluso cuando en
algunas ocasiones fue muy mal tratada por otros. Otros decían, que
era muy positiva aunque tanto la vida como la salud la han apretado
bastante. Tenía una de las reglas de convivencia más sencilla que
había, simplemente trataba de no hacer ni decir lo que no le
gustaría que le hagan o le digan. Ahí estaba el secreto. Una simple
honestidad le daba tanto poder y tanta grandeza en los ojos de los
demás. Tratemos de adquirir semejante “poder”.
Feliz
martes de fuerza.

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