Felicia no era prisionera, pero vivía encerrada. Con
muchas excusas de urgentes deberes, ha levantado muros alrededor de
su vida. Desde que era niña la enseñaron a trabajar, ser
responsable, cumplir, nadie le dijo como se puede descansar. Aunque
sabía que existe la industria de entretenimiento, sentía que la
esclaviza más con un consumo dirigido. Solo algunas veces, al salir
de la casa con prisas para llegar a un destino, cumpliendo uno de sus
múltiples compromisos, se paraba en seco, para admirar el paisaje.
Los árboles siempre le sacaban un suspiro de admiración. Empieza a
descansar mirando el mundo que te rodea.
Feliz Miércoles de admiración.

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