Don Suspirio heredo de su padre un negocio familiar.
Una pequeña Tienda de Suspiros, al final del pequeño y encantador
Callejón de Sorpresas, cortado por la Avenida de Apuros, que
construyeron hace unos años. El negocio no iba tan mal, siempre
había gente que buscaba un suspiro a su medida. Lo que cambió, es
el tipo de suspiros que buscaban. Hoy día lo que más se vendía
eran los “ayes” de lamentos, casi nadie pedía los “ohhh” de
sorpresas y admiración. Le preocupaban al don Suspirio estas
tendencias del mercado. Solo la área infantil no sufrió cambio
alguno. Los niños de todos los tiempos seguían igual de
sorprendidos y al señalar con sus dedos algo necesitaban suspiros
para que no se les salte el corazón. Sorprendete más y queja menos.
Feliz jueves de suspiros.

No hay comentarios:
Publicar un comentario