Los domingos apenas abría los ojos, sentía como se le abre el
corazón. Desde su cama se caían muchas palabras, que toda la semana
retumbaban en su corazón, pero no podían ser recibidas por los que
corrían entre sus trabajos. Al esparcirlas por toda la casa, tenía
la esperanza, que otros las encontrarán y recibirán musitando todo
el día. En sus palabras no había reproches, ni reclamos, sino un
apenas perceptible grito por la cercanía. Los domingos, lo que más
uno necesita, a parte de un descanso legitimo, es una conexión a la
Familia, no solo estar sino también sentirse en Familia.
Feliz domingo de estar y sentirse en Familia.
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