Su miedo como
un perro guardián se acostó en su puerta y no le dejaba salir. Cada
vez que algo nacía en su interior él se ponía atento con un
ladrido enseñaba los colmillos y ella se quedaba paralizada de
miedo. Aunque nunca fue mordida, ni sufrió un ataque, el miedo de lo
que podría pasar algo malo aniquilaba todas las posibilidades que
pase algo bueno. En su vida por eso no pasaba nada ni malo ni bueno.
Su vida se volvía insípida. Hasta aburrida. Tenía solo dos
posibilidades o vivir en el rabioso guardián de miedo o domarlo a
este miedo hacerlo menos violento más ocupado en sí mismo y dejando
a vivir a otros. Doma tus miedos y sal a buscar tu felicidad.
Feliz sábado
de domar los miedos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario