Rosana tenía
miedo que sus pensamientos y proyectos se van a envejecer antes que
las consiga hacerlos realidad. Estaba equivocada porque éstos no
envejecen ni se gastan por haberlos pensado tanto. Eso si no están
libres de peligros. Siempre a su alrededor se puede formar un
caparazón de desconfianza que les puede ir limitando impidiendo que
crezcan que tengan contacto con la actividad que les permita hacerse
realidad. Los proyectos quedan siempre nuevos y siempre posibles si
se sabe alimentarlos con la suficiente dosis de esperanza y
perseverancia. A veces los obstáculos se multiplican y hacen
necesaria la revisión de la forma pero dejan intacta la esencia. No
cambia la esencia del objetivo final aunque pueden cambiar los
caminos. Y curiosamente siendo personas que buscan la comodidad y
quieren conseguir las cosas con menos esfuerzo posible, mientras más
difícil el camino, más alegría al llegar hasta el fin.
Feliz sábado
sin envejecer los pensamientos.

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