Ha guardado el
silencio. Antes eso siempre le ha ayudado a no meterse en muchos
problemas, mantenerse en una cómoda posición de neutralidad. Libre
de acusaciones, se consideraba libre de culpa. En su opinión no
hacía nada malo y eso ya era suficiente en un mundo lleno de
fechorías. No hacer nada malo no se convierte automáticamente en
hacer algo bueno, o en un argumento que permita decir que era una
buena persona. Aunque tal vez no fue esa su intención, su silencio
era cómplice de las peores cosas que pasaban a su lado. Al no hacer
nada, hacia lo suficiente para permitir que sucedan. No podía decir
que no veía, que no se daba cuenta. Si lo que pasaba casi le rozaba
la nariz o pisaba los dedos de los pies. El silencio de los que
consideran buenos da alas a los malos que creen que pueden hacer
todo y lo pueden hacer bien. La historia de la humanidad tiene muchos
ejemplos del “perfecto” actuar de los malos y del “criminal”
silencio de los testigos. En la vida diaria no siempre te puedes
callar. Algunas veces hay que mancharse un poco para evitar que el
mal como pintura se derrame y ensucie todo.
Feliz martes
sin silencios cómodos.

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