Se preguntaba qué sentido tiene cansarse tanto
intentando hacer bien las cosas si ellos no les importa. No es que esperaba
agradecimientos o reconocimientos, lo hacía porque hasta ahora se sentía bien
haciéndolo. Trataba eso como parte de su misión. Lo que la preocupaba era la
extraña sensación de que se estaba volviendo invisible. Su marido y sus hijos
buscaban la ropa lavada y planchada, la comida, sus cosas limpias y siempre en
su lugar. No la buscaban a ella. Creía que era para ellos alguien no solo maquina
multiuso, de la que se espera máximo rendimiento y eficacia. Ha decidido de
dejar de hacer solo una cosa, de las muchas que hacía a diario, para ver si
ellos se den cuenta del cambio. Solamente no ponía de nuevo en su lugar las
cosas que ellos dejaban tiradas en cualquier parte. En pocos días en la casa
empezaba reinar caos. Tenía la comida la ropa planchada con el aroma de frescor
pero nadie encontraba nada. Nada estaba en su lugar, buscando desesperados se
toparon con su mamá. Ella estaba ahí y sabía donde están las cosas. De nuevo
era visible necesaria, tomada en cuenta. Era lo único que ella deseaba.
Feliz sábado sin personas invisibles.

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