Se quejaba que no ha tenido buena suerte
tratándose de entablar amistades. Los pocos a los que consideraba
sus amigos le han fallado en diferentes situaciones. Esa por lo menos
era su opinión, y se notaba algún tono de reproche y amargura
cuando se refería a ellos. Tenía derecho de decirlo, lo que no
quiere decir que lo que decía era toda la verdad, que era cierto sin
ninguna objeción. Los amigos le ofrecían su amistad, pero no por
eso dejaban de tener sus puntos de vista, sus opiniones. Cada uno de
ellos seguía teniendo su vida propia sus preferencias y sus
actividades que en nada disminuían la fuerza o la sinceridad de su
amistad. Ella veía las cosas de otra manera. Quería que la apoyen,
que siempre estén dispuestos darte toda la atención que ella
necesitaba, como si el mundo girara alrededor de ella. Ellos daban lo
que podían y lo hacían de todo corazón. La verdad fue un poco más
compleja o mucho más simple dependiendo como uno la tomaba. Nosotros
mismos podemos ser nuestros mejores amigos y al mismo tiempo nuestros
peores enemigos. Todo depende de nuestras actitudes y expectativas
con nosotros mismos, nuestra vida y con los demás. Muchas veces
esperamos de los demás que llenen nuestros propios vacíos y como no
lo pueden hacer les echamos la culpa. No culpes a los demás por tus
propios errores y faltas. Hazte responsable de lo que te corresponde
tienes todo tu apoyo.
Feliz lunes de amistad con uno mismo.

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