Sus padres trabajaron mucho eran dueños
de una tienda muy grande la más grande de su ciudad. Así que le ha
tocado crecer en un lugar en donde había muchas cosas pero todas
ellas eran para venderlas a los demás. Muchas horas de su infancia
ha pasado en la trastienda donde había mercancía olvidada, tan
olvidada como ella. Aunque le ha gustado el comercio, sentía que la
dirección de flujo de las mercancías y de la atención de vez en
cuando debería de cambiar de dirección. Le parecía cruel vivir
entre tantas cosas y no poder disfrutar de ninguna de ellas, atender
con sonrisas y alegría a todos que entraban a comprar y sumergir en
el silencio a todos que estaban del mismo lado del mostrador. Sentía
que lo de vender la mercancía se les ha metido en su vida y sus
relaciones, superando los límites sanos de un trabajo. Hay cosas que
no estén en venta, ni tienen precio, no pueden ser una mercancía y
cuando no sirven para los que las tienen, quiere decir que no sirven
para nada. No debemos borrar las líneas que separan el trabajo de la
vida familiar. Nuestra atención debería tener varias direcciones.
No solo ver a los que vienen de fuera sino que también ver e
interesarse por los que están dentro tal vez un poco olvidados en la
trastienda de nuestra vida.
Feliz viernes de interés.

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