Al
parecer el problema era la entrega. Él se daba entregaba todo lo que
debía a entregar, pero siempre cuidaba a las líneas que dividían
su vida en apartados. Cada apartado tenía su cuota, cada apartado
tenía sus cosas. Unos le admiraban por su organización y otros no
podían entender su intransigencia y su falta total de generosidad.
Es que él no atravesaba los límites que se ponía. La buena
organización es indispensable, pero la vida exige algo más que eso.
No solo la entrega puntual de lo que se debe sino una generosidad. Es
que en la manera que nos damos recibimos. Normalmente recibimos mucho
más y eso nos debe empujar hacia mayor generosidad y entrega.
Despertar en nosotros la gratitud.
Feliz
sábado de la
entrega.

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