Las cosas andaban últimamente
algo alteradas. Ella por no echar más leñas al fuego trataba de
cuidar cada una de sus palabras, gestos y actitudes. La prudencia no
era su rasgo fuerte pero la situación lo ameritaba. Los golpes de la
vida la han enseñado de que más eficaz y perdurable es lo que haces
con prudencia teniendo cuidado y casi sigilosamente, que lo que
anuncias con bombos y platillos y haces sin mirar a los lados
encerrado en los esquemas y los objetivos. No se trata de complicar
más las cosas sino de ser conscientes que en un lugar en un proceso
no todos vamos con el mismo paso, estamos con la misma salud
predisposición o el mismo humor el mismo estado de ánimo. La
prudencia ayuda armonizar y ablandar. Quitar algo de la sobredosis de
prisas y de agresividad. Trata de ser prudente y verás los efectos.
No confundas la prudencia con el miedo.
Feliz martes de prudencia.

No hay comentarios:
Publicar un comentario