sábado, 2 de marzo de 2019

Sin discursos

Solo por el respeto que le tenía no le interrumpía sus discursos. Sin lugar a dudas hablaba bien, nadie podía negar sus dotes de orador. Lo que pasa que en su caso todo ahí quedaba en las palabras bien usadas en oraciones impecables. No pasaba de ellas, aunque animaba a hacer algo él no lo hacía o proponía de dejar de hacer algo y él no dejaba, cambiar y no cambiaba. Así que para los que estaban cerca de él, y lo escuchaban con bastante frecuencia, sus palabras empezaban a rechinar. Soñaban con menos palabras y más acciones, quería que se bajase de su nube de conceptos elevados y que tocase la realidad como ellos con sus propias manos. Enseña haciendo y no solo diciendo lo que se tiene que hacer.
Feliz sábado sin discursos.

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