Le gustaba ver y practicar los
deportes. Veía los partidos y se emocionaba con ellos. A veces
criticando y cuestionando la actuación de los árbitros. Estos
seguramente muchas veces tomaban decisiones acertadas pero también
muchas veces equivocadas. En los juegos de equipo tenían el poder de
expulsar a alguien de la cancha mostrando la tarjeta roja. Viendo un
partido de futbol, sin que nadie supiera el motivo le cayeron unas
lágrimas. Es que de repente pensó a cuantas personas en su vida les
ha expulsado de su cancha, sin ni siquiera asegurarse que ha pasado
realmente o darles oportunidad de decir lo que según ellos ha
pasado. Nadie tiene derecho de lastimar a nadie pero hay que promover
más el fair play que las expulsiones. El cancha de la vida es
suficientemente grande y cabemos todos en ella.
Feliz domingo sin expulsiones.

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