Nos acompaña siempre, es capaz
transportarnos en el espacio y en el tiempo. Nos trae, nos lleva, nos
protege, nos calma. Puede sacar lágrimas partiendo el alma, y al
mismo tiempo, puede curar las heridas más profundas. Cada uno tiene
la suya, la única, la preferida, que está ahí, al alcance de la
mano o más bien al alcance del alma. La música, nuestra compañera
y confidente, la hechicera y la adivina, la que conoce nuestros
secretos y sabe lo más profundo de nuestra alma. La compartimos o la
guardamos celosamente, aunque es de todos y creada por un artista o
unos artistas, para nosotros es nuestra. Hoy nadie duda de su poder
terapéutico, para los emigrantes suena a casa, a familia, a su
tierra, a su pueblo, a fiesta, nostalgia, a todo. La misma pieza de
música suena tan diferente cuando cambian las circunstancias, la
compañía en la que la escuchamos. Que nunca nos falte y que nos
lleve al encuentro con lo trascendente, con lo espiritual y con los
demás sus alegrías y tristezas. Que nunca nos separe porque no se
lo merece.
Feliz viernes de música.

No hay comentarios:
Publicar un comentario