Decía
que “si no quieres escuchar las respuestas no pongas a las
preguntas”. Era muy cierto, porque al poner la pregunta entregamos
la repuesta a otros, la respuesta libre que puede aliviar o lastimar.
La que cura y la que hace enfermar más. Tal vez no se trata de
intentar evitar las preguntas, sino más bien de prepararse para
escuchar bien y tranquilamente todo tipo de respuestas y comentarios.
Así como muchas veces suena en nuestro interior la respuesta que nos
tocó algo sensible, así suena la pregunta que no se tuvo valor para
poner. Se hace insoportable su recurrente regreso. Se necesita mucha
paz interior para escuchar ciertas respuestas. Es necesario preparase
bien para escucharlas. Eso no quiere decir que uno esté siempre de
acuerdo con ellas. No se las puede ignorar, no hay que tomarlas con
emociones a flor de piel, simplemente como fuente de información
hasta dónde pueden llegar las interpretaciones de los hechos y de
las palabras. Busca la paz, luego pregunta y escucha las respuestas.
Al final tranquilamente analiza lo que has escuchado, que información
te da y a que te invita, para mejorar lo que hay que mejorar o
cambiar lo que hay que cambiar, lo que resulta malo, dañino,
negativo. Potenciar lo que es positivo.
Feliz
jueves de preguntas y respuestas.

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