Una de las experiencias más difíciles para
el ser humano, tiene lugar, cuando el sufrimiento se infecta de la
soledad. Entonces el dolor duele más y las largas horas se hacen más
largas. Los silencios gritan un rotundo “nada”. En muchos casos
el cuerpo responde a los medicamentos ,mas no es espíritu. Muchas
personas, como los que se están ahogando y luchan por una bocanada
del aire, luchan por encontrar motivos para seguir luchando. Ahí es
donde tú y yo deberíamos estar. Nuestra presencia a veces callada,
rompe la soledad. Quita mil dolores y tristezas, se convierte en un
faro, que alumbra la noche oscura de los sufrimientos de antes y de
ahora.
Feliz Viernes Santo de lluvia y presencia.
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