Marlene
tenía suficientes motivos para poner una cara de circunstancia, pero
siempre sus problemas, sellaba con una sonrisa. Su sonrisa era muy
luminosa, así que le permitía ver la felicidad, que estaba
escondida, detrás del túnel de la tristeza. Sus alegrías, a veces
se parecían más, a lenguas de fuego de una lámpara de aceite, que
a la luz de un faro potente. Marlene no se quejaba por eso. Su
alegría, su felicidad para ser completa, no tenía que ser
enceguecedora, era suficiente que le ilumine el camino de su vida.
Colecciona sonrisas, sella con ellas los escapes, las fugas de
tristeza y tu vida será más luminosa.
Feliz
Domingo de sellar con sonrisas.
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