El
rostro de abuela era como el mapa de todos los caminos que ha
recorrido en su vida, sola o acompañada. No ocultaba sus arrugas,
las
miraba con ternura, pues iban apareciendo conforme ella iba caminando
por la vida. Muchas de ellas recordaban el lago camino que recorrer
para pasar del sufrimiento a la felicidad. Es cierto sus arrugas
detenían las lagrimas, que de vez en cuando bajaban por sus
mejillas, pero hasta eso para ella fue buena señal. Decía que si
eran las lagrimas de felicidad, ésta duraba más, cada lagrima se
quedaba un tiempo recordando eso, y si eran lagrimas de dolor o
tristeza, le recordaban que hay mucho por hacer, que
uno no puede cruzar los brazos, nadie está condenado para ser
infeliz.
Muchas
de sus arrugas se unían, se cruzaban, así como en la vida se cruza
la tristeza con la felicidad, y como una lleva a la otra, en un
camino de ida y vuelta. Los que viven, no se detienen y los que no se
detienen, viven siempre algo nuevo, decía abuela, aunque ya tenía
dificultades para caminar. También a Ti te espera algo nuevo, tus
lagrimas a veces refrescan y hasta limpian tu mapa del
camino
que recorriste y él que tienes
que recorrer.
Feliz
jueves de mapas y caminos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario