domingo, 31 de mayo de 2015

Sin reloj

Judith tenía la sensación que los domingos su cuerpo pesaba más que el resto de la semana. No, no se trataba de anorexia, sino de la extraña sensación de peso y lentitud que le hacía quedarse más tiempo en la cama y levantarse con más calma. Incluso una vez de pie se movía menos acelerada que otros días. Así como eran más lentos sus movimientos, así eran más lentas las conversaciones y hasta las caricias. Nada impedía dedicar el tiempo justo y necesario para poder sentir con todo su ser. Hace un tiempo propuso a su familia, que fuera de lo necesario, los domingos no van a usar el reloj. Van a vivir al ritmo de corazón, hacer cosas, cuando éste les diga que llegó la hora de hacerlas. Así se pasaban los domingos satisfechos en todos los sentidos de la palabra. Haz lo mismo, es posible, muy pronto sentirás los efectos.

Feliz domingo sin relojes.

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