El
frío le recordaba dolorosamente su dependencia de los demás. El
abrigo, la calefacción, aliviaban
lo que sentía el cuerpo, faltaba encontrar algo que pueda calentar
el alma. Ninguna ropa era capaz de hacer eso, ni ponerse al sol
ayudaba
en algo.
El único camino que lleva el calor al alma pasa por los ojos. Si
éstos se encuentran con otros ojos que los
reciben con una mirada llena de ternura, respeto y atención, llegará
el calor al alma. La misma ternura es capaz de atravesar la piel y
todo tipo de caparazones y armaduras para llegar al alma. Una
ternura que envuelve los gestos, las palabras. miradas y silencios,
la que se respira en el aire, inmuniza contra todo tipo de soledad:
aguda, infecciosa o crónica. Comparte transmite lo que recibiste, no
pierdes nada, tarde o temprano regresara a ti, cuando más la
necesites.
Feliz
viernes de ternura.

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