miércoles, 6 de julio de 2016

¿Para qué vino a mi vida?

Noemí por más que piensa, no puede entender, por qué le permitió a entrar en su vida. Es cierto que cuando entraba todo lo adornaba de flores, hermosas palabras y promesas. Las promesas fueron las primeras las que se secaron sin dar un fruto. Luego las palabras empezaron a caerse como los pétalos de las flores que un día le ha regalado. Por cierto algunas veces le ha regalado hermosas flores de plástico, que resultaron ser menos artificiales que su cariño. Así como entró, así salió de su vida dejando al principio algunas lágrimas, desesperación y tristeza, que con el tiempo empezó a ceder el paso a la reflexión y revisión de sus expectativas. Hoy ya no llora, al contrario sonríe más que nunca. No para ocultar su tristeza, como han sospechado algunas de sus amigas, sino porque se siente feliz. Con lo que le ha pasado ha descubierto que su felicidad no depende de nadie más que de ella misma. Si decide compartir su vida con alguien, no será por necesidad, por miedo, sino por su voluntad. Simplemente queriendo compartir su felicidad y no condicionándola de la presencia o ausencia de alguien en su vida. Hay personas que llegan a nuestras vidas con el extraño objetivo de demostrarnos que podemos prescindir de ellas y que tenemos todo para ser felices. No se trata de ser egoístas aislados, que no necesitan de nadie, al contrario se trata de ser muy abiertos, sociables, cariñosos, sin descargar a otras personas la responsabilidad por nuestra propia felicidad.
Feliz miércoles sin responsabilizar a los demás.

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