Noemí por más que piensa, no puede
entender, por qué le permitió a entrar en su vida. Es cierto que
cuando entraba todo lo adornaba de flores, hermosas palabras y
promesas. Las promesas fueron las primeras las que se secaron sin
dar un fruto. Luego las palabras empezaron a caerse como los pétalos
de las flores que un día le ha regalado. Por cierto algunas veces le
ha regalado hermosas flores de plástico, que resultaron ser menos
artificiales que su cariño. Así como entró, así salió de su vida
dejando al principio algunas lágrimas, desesperación y tristeza,
que con el tiempo empezó a ceder el paso a la reflexión y revisión
de sus expectativas. Hoy ya no llora, al contrario sonríe más que
nunca. No para ocultar su tristeza, como han sospechado algunas de
sus amigas, sino porque se siente feliz. Con lo que le ha pasado ha
descubierto que su felicidad no depende de nadie más que de ella
misma. Si decide compartir su vida con alguien, no será por
necesidad, por miedo, sino por su voluntad. Simplemente queriendo
compartir su felicidad y no condicionándola de la presencia o
ausencia de alguien en su vida. Hay personas que llegan a nuestras
vidas con el extraño objetivo de demostrarnos que podemos prescindir
de ellas y que tenemos todo para ser felices. No se trata de ser
egoístas aislados, que no necesitan de nadie, al contrario se trata
de ser muy abiertos, sociables, cariñosos, sin descargar a otras
personas la responsabilidad por nuestra propia felicidad.
Feliz miércoles sin responsabilizar
a los demás.

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