domingo, 17 de noviembre de 2013

Condimentos de domingo

Alejandra con impaciencia esperaba el domingo. Sin un motivo, ni una explicación clara, que justifique su actitud de una exaltación festiva. No era el hecho de poderse levantar más tarde, o no tener que trabajar tanto, sino la posibilidad de sentarse mirando el espejo y en él, el reflejo de la casa y de su familia, que perezosa empezaba el día de domingo. La mesa era el lugar mágico, que atraía a los que durante el resto de la semana, corren, siempre tienen prisas, y dejan la comida, las conversaciones y los cariños a medias. El domingo no solo las comidas eran más largas, también las sonrisas, las conversaciones, los abrazos y los besos. Pereciera que sus alimentos fueran condimentados con una dosis de ternura, por eso tenían este único sabor.

Feliz Domingo bien condimentado.

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