Raquel
sentía que la gente no la entiende, que no tiene ni paciencia ni
tiempo para estar con ella e interesarse por sus cosas. Ella
habitualmente decía más con los ojos que con las palabras. Nadie
alrededor tenía tiempo de descubrir todo lo que Raquel quería
compartir. A veces se quedaba con medias palabras, hasta con
sentimientos sentidos a mitad. Lo único entero completo y claro era
el amor de una personita a su lado. Entre prisas y prisas, unos
cuantos suspiros y unas sonrisas colgadas en el aire que adornaban su
mundo se le iban los días, en la constante espera de poder sentarse
en el sillón y por fin hablar. Todos necesitamos llorar todo, sentir
sentimientos completos y hablar hasta con silencios bien escuchados.
Si no escuchan nuestras palabras, mucho menos van a escuchar a
nuestros silencios.
Feliz
Lunes de Escuchar hasta los silencios.
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