En
el camino que conduce a Olvido, Don Magdonio tenía un pequeño
taller, en él que remendaba viejos sueños. Les sacaba su brillo de
antes, les daba un baño de chispas de ilusión y encanto. Les echaba
a secarse con luna llena. Después les ponía plumas de colores, y
soplaba para que vuelen a los cuatro vientos. En el mundo que tira lo
que no consume o no funciona, y no se interesa por lo que no produce
ganancia, don Magdonio no se dejaba impresionar por lo: mega, maxi,
super, extra, ultra, nuevo y único. Él convencido que los sueños y
la imaginación no saben de limites ni fronteras, les hacía volar de
nuevo y llegar, a los que a veces pierden motivos para despertarse o
levantarse de la cama.
Feliz
Jueves de Sueños voladores
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