En
la peluquería de Pilar, siempre había gente. Sobre todo los fines
de semana, después de duro trabajo. Venía la gente a pasar un rato
de espera, peinando sus pensamientos despeinados. Recogiendo y
soltando las ideas. Pilar no solo cortaba cabello, también cortaba
las preocupaciones. Sus manos hábiles, haciendo magia con lo que la
gente tenía encima de su cabeza, llegaban a transformar lo que la
gente tenía dentro de su cabeza. Todo eso con suavidad y alegría,
no faltaban perfumes, pinturas, risas y bromas. La gente dejaba la
peluquería no solo diferente por fuera, sino también por dentro.
Feliz
Sábado de peinar los pensamientos.
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