Doña
Rosenda tenía una pequeña tienda en la que siempre había más
risas y palabras que productos para vender. Eso sí, tenía un buen
surtido de piropos y consejos para sus clientes, que no resistían la
tentación de pasar al lado sin entrar aunque sea por un rato. Lo que
más buscaba la gente era su compañía, su cercanía, imposible de
encontrar en un supermercado. Porque a pesar de lo que pensamos la
gente sigue fijándose en como somos y no solo en lo que tenemos. Y
todos tenemos un buen surtido de cosas a compartir a veces demasiado
metido en la trastienda de nuestra vida.
Feliz
Viernes de buen surtido de Alegría
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