Eduardo
era un hombre fuerte. Parecía muy rudo. Dotado de un cuerpo grande,
despertaba respeto y admiración de muchos. En este cuerpo había un
alma llena de grietas. Se las ingeniaba como podía para dar a la
gente que quería, el afecto y el cariño, que él mismo quería
recibir. A él no se lo dieron. Desde niño y en toda la etapa de
crecimiento y maduración no le ablandaron el alma y el corazón con
el cariño por eso creciendo se le agrietaba dejando escapar algunos
reproches. Se sentía torpe al hablar de sus sentimientos porque
nunca le hablaban de los hacia él. Mucho cariño de los que no
hacían cuentas de lo que dan ni cuanto recibirán a cambio, de sus
dos perros amigos ablandaba su corazón y sellaba las grietas.
Feliz
Miércoles sin grietas
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