No se despertaba de todo. Siempre se
quedaba en ella una parte dormida y si no dormida de todo por lo
menos adormecida. No se trataba de un descanso apacible, sino de una
inactividad, una pasividad, que por eso invadía su vida. Cuando más
necesitaba, sentía la ausencia de su entusiasmo, de su creatividad,
perseverancia y esperanza. No sabía cómo despertar esta parte de
ella que antes era tan activa. Las críticas, el constante echarle la
culpa por todo, la han frenado. Su aparente letargo era su forma de
autoprotección, de no exponerse más, ni sufrir más. Una vida así
no la llenaba. Quería más y quería mejor, para eso tenía que
despertar y hacerse inmune a las críticas de los envidiosos, los
cómodos y “los todoquejosos”. No permitas que se duerman tus
ganas de hacer las cosas que te llenan. Siempre vas a encontrar a los
que opinan desde la comodidad de su sillón. El sueño forma parte de
la vida, pero no así el coma. No vivas adormecido/a por el miedo y
la inseguridad.
Feliz martes de despertar de todo.

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