Cada vez que discutían uno de ellos sin
previo aviso disparaba el argumento: “Tú no me conoces todavía”.
Frente a él quedaba pequeña cualquier argumentación y los intentos
de justificación. Llevaban años de relación y una buena
convivencia, pero eso no impedía que existan los espacios de su
personalidad sin explorar. Han sabido tanto cuanto la vida de ellos
ha exigido y las experiencias personales han verificado. La supuesta
ignorancia nunca era unidireccional, siempre afectaba a los dos y
nadie podía presumir de conocimiento total. Eso si era muy
importante si no fundamental qué cada uno hacía con el conocimiento
del otro y cómo manejaba la ignorancia. Es bueno antes de exigir
reconocer que ni nosotros mismos nos conocemos bien, que siempre
habrá reacciones nuestras que nos van a sorprender o incomodar que
antes de exigir de otros reconozcamos que conocimiento de uno mismo
de otra persona pertenece a los procesos que duran toda la vida y que
a veces ignoramos más de lo que sabemos porque la vida todavía no
nos puso a prueba.
Feliz miércoles de conocimiento de uno
y otro.

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