martes, 29 de mayo de 2018

Lucas se fue a jugar...











Ha venido de Asunción. Lo impresionaba todo que se movía. Hasta entonces el único pollo que conocía era “El Pechugón” y ahora veía que los pollos tienen plumas y corren. Me han dicho que solo era un animal, que no tenía sentimientos sino instintos, que solo repetía cosas aprendidas, que no entendía nada. Un saco de pulgas aunque no las solía tener, un eterno niño cachorrito que se resistía a madurar. Una nariz mojada con patas siempre descoordinadas, con ellas ha dejado sus estampas en muchas remeras, en muchos pantalones y muchos vestidos. Lo que ha conseguido es no solo tocar las ropas sino también los corazones de muchas personas. Simplemente Lucas. Un perro con un nombre que según no debería llevar un perro y lo llevaba con mucha honra. Era muy emocionante ver como en las comunidades durante las fiestas patronales la gente se acordaba de él reservándole siempre un poco de comida. Lucas ha sobrevivido las ya famosas historias de colchones que explotaban, pero no se ha resistido como un niño a jugar con los sapos y su veneno le ha costado la vida. Luchas se fue a otro lado de la vida a correr, hacer hoyos y manchar con sus patas los vestidos de los angelitos. Como todos los perros ha dado un amor gratuito y total. En varias ocasiones fue mi enfermero que se quería quedar al lado de mi cama a pesar de las prohibiciones y castigos. Paciente testigo de la creación de mis textos de blog de rondas de terere y mate. Terminó yendo conmigo a la radio para hacer el programa “Despertando a la vida”. Se fue justo a un año de mi partida de la parroquia. Gracias a Lucas por lo que fue, y gracias a todos que lo quisieron y cuidaron. 

Feliz martes de cuidar a las mascotas que nos rescatan de la tristeza y de la soledad.

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