La luz del sol susurra a
la oscuridad, que ya es la hora de despertar. La pereza se justifica
que es el domingo, que no hay prisa. El mate está tentando con su
dulzura y calor. Y entre tira y afloja, me levanto y empiezo a
caminar el nuevo día. Retorno a la vida después de sueño
placentero. Delante de mí, un nuevo comienzo. Aunque cierre los
ojos, no deja de amanecer. Así ocurre con todo, aunque me niegue, la
felicidad está aquí. Nadie la quita, ni pone frente a mí. No
cambia de lugar. Verla, sentir, es parte del arte de Aceptar. Mi
sufrimiento, mis traumas son fruto de la negación. Siempre dispuesto
hacer la lista de cosas que necesito, que me gustaría hacer o tener,
no reconozco, no acepto las que tengo. Como decía hace años un
amigo positivo , la mejor terapia para empezar bien el día, es
levantarse cada mañana. Y antes de lavarse, bañarse, peinarse mirar
el espejo. Sonreír respirar profundamente abrir los brazos y decir.
¿Dios por qué me creaste tan hermoso(a)?. Al aceptarnos en la
mañana cambiamos el sabor de todo el día.
Feliz Domingo de
Aceptación
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