jueves, 25 de julio de 2013

Ecos

La luz ilumina el día, la noche ya se esta retirando. La experiencia y el ritmo de la vida dicen, que uno se debería despertar. Aparece la pregunta ¿se podrá soñar despierto?

Lo vivido en estos días parece algo que confirma que sí es posible. Estar en la fuente, en el pozo tomando agua reaviva y ayuda seguir caminando a pesar de las adversidades del camino. Viajar a México para mí fue como respirar aire después de estar sumergido en el agua por mucho tiempo, como ver la luz después de estar por mucho tiempo en la penumbra. Todo tan lleno de color, tan cargado de sensaciones, de fuerte sentido de lo humano, de Familia, unidad y amor. Los días que viviré serán como ecos de lo vivido en este tiempo mágico en México. Sabemos de experiencia que el eco responde cuando hablamos, gritamos o cantamos. Hay que convertir la vida, en un gran canto a la vida. No se trata de engañarse, tapar los ojos o huir de los problemas, se trata de sacar toda la energía vital, toda la luz que tenemos, para cooperar con él que nos ha creado, creando, caminando.
Frente de cada situación, podemos tomar diferentes actitudes. Si nos afecten o no, todo depende de nosotros, a que sentimientos, a que estados de animo abrimos las puertas. Eso no evita sufrimiento o no impide, que uno tenga problemas, pero eso abre plenamente las puertas a las soluciones, a posiciones necesarias, para ver las cosas en su justa luz.
No caminamos solos, pero el envolvente mundo individualista, nos envenena, con esta sensación de soledad completa. A nuestro lado, tenemos muchas personas, que viven y sueñan como nosotros; lloran por las mismas cosas, ríen con lo mismo. Las sensaciones y emociones son gemelas, solo las personas que las experimentan están muchas veces muy lejanas, separadas por los muros que crearon. Vivimos compartiendo más que el tiempo y espacio o tal vez hasta el tiempo y el espacio, pues es lo que nos envuelve, sitúa, engloba.
Me siento sumergido en el tiempo vivido. La sensación de nadar en el espacio que me hace libre, es el fruto de la intensa experiencia de encuentros en México. Falto mucho tiempo y espacio para compartir en otros ámbitos o niveles, pero lo vivido fue tan intenso, que hasta ahora puedo saborear detalles. Al principio tenía la sensación, que alguien me tendrá que ayudar a mirar, pues mis ojos, no alcanzaban, o alguien me tendrá que ayudar a sentir, pues el corazón saltaba de alegría. Con el tiempo empecé a absorber lo vivido, como si fuera una esponja.
Creo, que todo está todavía dentro, provocando una presión, que todo se podrá poner por escrito con el tiempo. Viendo los primeros días, lo que recibí era el baño de amor, el baño de cariño, el baño de la gente. Se hace tan fuerte e importante después de la experiencia de la soledad de aquí. Muchas cosas quedan en aquel bello lugar vivencias, recuerdos, experiencias, errores y aciertos. Apenas me pude dar cuenta, que para la gente significaron tanto estas cosas sencillas. La capacidad de hablar llegando a su corazón en un nivel de recepción y transmisión que plenamente se armoniza, eso es algo muy importante. No puedo dejar esto y creando espacios de comunicación más profundos y personales, puedo llegar a crecer en cercanía y amor hacia aquella gente.
Todos caminamos, y uno se pone muy contento, cuando descubre que no camina solo, en su camino tiene acompañantes, que lo entienden a uno.
En mi corazón a veces hay recuerdos de experiencias, que a veces susurro al viento. Descubro que el tiempo los trae reforzados, repetidos con el eco. Una y otra vez vuela mi corazón, a la gente que quiero tanto, piso los lugares, veo caras, oigo voces de la gente muy amada. El cariño se multiplica por días, por horas que pasamos juntos. El ritmo, pone el caminar como más seguro, menos cansado, ayuda levantar la vista tener esperanza de llegar a sentir más, saber más, entender más. Parece que las vueltas que da nuestra vida, que con frecuencia nos lleva a lugares deseados por los caminos más alejados, dando inmensas vueltas rodeos, tienen su gran objetivo de encontrar el numero más grande posible de gente. Para ver los reflejos de nuestro rostro en los ojos de la gente encontrada, emocionada por un encuentro. Los encuentros nos hacen cercanos, los encuentros nos hacen humanos. En un viaje, en un camino, siempre aparecen ecos de otros viajes y encuentros. Podemos caminar sin llegar a lo que parecía primer destino, pues en el camino siempre aparecen, nuevos destinos. Un camino nunca se termina como una música o una pintura. Todo se podría continuar, pero llega el momento de culminación, de realización del autor.
El silencio de la mañana cuando sale el sol y los pájaros cantan los primeros cantos a la luz, uno puede escuchar el eco de su propio corazón, que avisa que todavía vivimos. Que el amor nos empuja hacia otros, que la inseguridad la incertidumbre son los ingredientes, que dan sabor a la aventura llamada vida. Nos podemos equivocar amando, pero la mayor equivocación y vergüenza sería no saber amar. No saber caminar, tener miedo a decir si o decir no.
El ritmo del corazón, se armoniza con el ritmo de la vida que despierta.
Ilusiones y proyectos, empiezan tomar cuerpo. Vivo y estoy en el centro de un día que se empieza, unos suspiros de la tierra que se levanta. Tal vez, hay que caminar tanto para volver y darse cuenta de la belleza y la importancia de las cosas, que en años no supe apreciar. Unir dos puntos con el tercero, que sirva de referencia, para formar prisma, para ver colores, para poder ubicar mejor cada una de las cosas. La vuelta de espiral, la vuelta de caracol, pone cada regreso en un nivel diferente, solo el terco e insensible no se da cuenta de esto.
Miles de sonrisas me encontraron, me dieron su luz, que ahora me ilumina pues se queda reflejada en suspiros y lagrimas. Merece la pena luchar por los encuentros y los regresos, que se hacen multicolores como los diferentes bordados tenek. Ahora aquí en mi casa brillan y sorprenden a los que me vistan, impactan con su vida, se dan cuenta que viven sumergidos en una vida más monótona, más unicolor. Todo me permite tener recuerdos vivos, como estos colores. De mí depende si así será mi vida o permitiré empolvar todo, oscurecer todo. Un desafío de todos los días. Tengo que llegar a la claridad, recordando las montañas y los arroyos todas las caras de la gente. Ojos y piel que es de maíz, llena de ilusiones y fuerza vital. Encuentro una seguridad, sé por que veredas caminar.
Los años de golpes, equívocos, ayudan a ver por donde hay que ir, o más bien a donde hay que ir, pues el camino, lo hace cada uno caminando. Los ecos, si los escuchamos bien, nos llevan a la fuente de la música de la vida. El canto, no se acaba, sigue inspirado por el sol, por la luna y las estrellas. No puedo tapar los oídos, ni cerrar los ojos. Oigo perfectamente tantas palabras, que me animan, que me empujan dar unos pasos más, cuando ya pensaba haber llegado al limite. No renuncio, ni el camino, ni la espera.


Naranjito, Paraguay septiembre 2006

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