La luz ilumina el
día, la noche ya se esta retirando. La experiencia y el ritmo de la
vida dicen, que uno se debería despertar. Aparece la pregunta ¿se
podrá soñar despierto?
Lo vivido en estos
días parece algo que confirma que sí es posible. Estar en la
fuente, en el pozo tomando agua reaviva y ayuda seguir caminando a
pesar de las adversidades del camino. Viajar a México para mí fue
como respirar aire después de estar sumergido en el agua por mucho
tiempo, como ver la luz después de estar por mucho tiempo en la
penumbra. Todo tan lleno de color, tan cargado de sensaciones, de
fuerte sentido de lo humano, de Familia, unidad y amor. Los días que
viviré serán como ecos de lo vivido en este tiempo mágico en
México. Sabemos de experiencia que el eco responde cuando hablamos,
gritamos o cantamos. Hay que convertir la vida, en un gran canto a la
vida. No se trata de engañarse, tapar los ojos o huir de los
problemas, se trata de sacar toda la energía vital, toda la luz que
tenemos, para cooperar con él que nos ha creado, creando, caminando.
Frente de cada
situación, podemos tomar diferentes actitudes. Si nos afecten o no,
todo depende de nosotros, a que sentimientos, a que estados de animo
abrimos las puertas. Eso no evita sufrimiento o no impide, que uno
tenga problemas, pero eso abre plenamente las puertas a las
soluciones, a posiciones necesarias, para ver las cosas en su justa
luz.
No caminamos
solos, pero el envolvente mundo individualista, nos envenena, con
esta sensación de soledad completa. A nuestro lado, tenemos muchas
personas, que viven y sueñan como nosotros; lloran por las mismas
cosas, ríen con lo mismo. Las sensaciones y emociones son gemelas,
solo las personas que las experimentan están muchas veces muy
lejanas, separadas por los muros que crearon. Vivimos compartiendo
más que el tiempo y espacio o tal vez hasta el tiempo y el espacio,
pues es lo que nos envuelve, sitúa, engloba.
Me siento
sumergido en el tiempo vivido. La sensación de nadar en el espacio
que me hace libre, es el fruto de la intensa experiencia de
encuentros en México. Falto mucho tiempo y espacio para compartir en
otros ámbitos o niveles, pero lo vivido fue tan intenso, que hasta
ahora puedo saborear detalles. Al principio tenía la sensación, que
alguien me tendrá que ayudar a mirar, pues mis ojos, no alcanzaban,
o alguien me tendrá que ayudar a sentir, pues el corazón saltaba de
alegría. Con el tiempo empecé a absorber lo vivido, como si fuera
una esponja.
Creo, que todo
está todavía dentro, provocando una presión, que todo se podrá
poner por escrito con el tiempo. Viendo los primeros días, lo que
recibí era el baño de amor, el baño de cariño, el baño de la
gente. Se hace tan fuerte e importante después de la experiencia de
la soledad de aquí. Muchas cosas quedan en aquel bello lugar
vivencias, recuerdos, experiencias, errores y aciertos. Apenas me
pude dar cuenta, que para la gente significaron tanto estas cosas
sencillas. La capacidad de hablar llegando a su corazón en un nivel
de recepción y transmisión que plenamente se armoniza, eso es algo
muy importante. No puedo dejar esto y creando espacios de
comunicación más profundos y personales, puedo llegar a crecer en
cercanía y amor hacia aquella gente.
Todos caminamos, y
uno se pone muy contento, cuando descubre que no camina solo, en su
camino tiene acompañantes, que lo entienden a uno.
En mi corazón a veces hay recuerdos de
experiencias, que a veces susurro al viento. Descubro que el tiempo
los trae reforzados, repetidos con el eco. Una y otra vez vuela mi
corazón, a la gente que quiero tanto, piso los lugares, veo caras,
oigo voces de la gente muy amada. El cariño se multiplica por días,
por horas que pasamos juntos. El ritmo, pone el caminar como más
seguro, menos cansado, ayuda levantar la vista tener esperanza de
llegar a sentir más, saber más, entender más. Parece que las
vueltas que da nuestra vida, que con frecuencia nos lleva a lugares
deseados por los caminos más alejados, dando inmensas vueltas
rodeos, tienen su gran objetivo de encontrar el numero más grande
posible de gente. Para ver los reflejos de nuestro rostro en los ojos
de la gente encontrada, emocionada por un encuentro. Los encuentros
nos hacen cercanos, los encuentros nos hacen humanos. En un viaje, en
un camino, siempre aparecen ecos de otros viajes y encuentros.
Podemos caminar sin llegar a lo que parecía primer destino, pues en
el camino siempre aparecen, nuevos destinos. Un camino nunca se
termina como una música o una pintura. Todo se podría continuar,
pero llega el momento de culminación, de realización del autor.
El silencio de la
mañana cuando sale el sol y los pájaros cantan los primeros cantos
a la luz, uno puede escuchar el eco de su propio corazón, que avisa
que todavía vivimos. Que el amor nos empuja hacia otros, que la
inseguridad la incertidumbre son los ingredientes, que dan sabor a la
aventura llamada vida. Nos podemos equivocar amando, pero la mayor
equivocación y vergüenza sería no saber amar. No saber caminar,
tener miedo a decir si o decir no.
El ritmo del
corazón, se armoniza con el ritmo de la vida que despierta.
Ilusiones y proyectos, empiezan tomar
cuerpo. Vivo y estoy en el centro de un día que se empieza, unos
suspiros de la tierra que se levanta. Tal vez, hay que caminar tanto
para volver y darse cuenta de la belleza y la importancia de las
cosas, que en años no supe apreciar. Unir dos puntos con el tercero,
que sirva de referencia, para formar prisma, para ver colores, para
poder ubicar mejor cada una de las cosas. La vuelta de espiral, la
vuelta de caracol, pone cada regreso en un nivel diferente, solo el
terco e insensible no se da cuenta de esto.
Miles de sonrisas
me encontraron, me dieron su luz, que ahora me ilumina pues se queda
reflejada en suspiros y lagrimas. Merece la pena luchar por los
encuentros y los regresos, que se hacen multicolores como los
diferentes bordados tenek. Ahora aquí en mi casa brillan y
sorprenden a los que me vistan, impactan con su vida, se dan cuenta
que viven sumergidos en una vida más monótona, más unicolor. Todo
me permite tener recuerdos vivos, como estos colores. De mí depende
si así será mi vida o permitiré empolvar todo, oscurecer todo. Un
desafío de todos los días. Tengo que llegar a la claridad,
recordando las montañas y los arroyos todas las caras de la gente.
Ojos y piel que es de maíz, llena de ilusiones y fuerza vital.
Encuentro una seguridad, sé por que veredas caminar.
Los años de
golpes, equívocos, ayudan a ver por donde hay que ir, o más bien a
donde hay que ir, pues el camino, lo hace cada uno caminando. Los
ecos, si los escuchamos bien, nos llevan a la fuente de la música de
la vida. El canto, no se acaba, sigue inspirado por el sol, por la
luna y las estrellas. No puedo tapar los oídos, ni cerrar los ojos.
Oigo perfectamente tantas palabras, que me animan, que me empujan dar
unos pasos más, cuando ya pensaba haber llegado al limite. No
renuncio, ni el camino, ni la espera.
Naranjito, Paraguay
septiembre 2006
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