El
barco de la vida de Carlina demasiado se tambaleaba, incluso a veces
agarraba agua de desesperación por la proa. Mirando atrás, se daba
cuenta, que zarpaba del puerto seguro de su casa de su infancia, con
rumbos claros y destinos bien marcados. Sin embargo los vientos y las
olas la vida la dejaban a la deriva sin poder controlar el timón de
todas sus decisiones. No es que perdía el rumbo, iba a su destino
por otros lares. No encontraba respuesta a la pregunta: ¿por qué?
Tantas experiencias malas entre otras tantas buenas, se escapaban de
su control, le pesaban tanto. Sentía que la frenaban. Cuando otros
surcaban las aguas ligeros de equipaje, ella cargaba sus
experiencias. Aun no sabía que su peso le daba más estabilidad y
seguridad y también servia de ancla, para poder detenerse y
refugiarse en un lugar seguro, durante la tempestad.
Feliz
Jueves de Tempestad en Naranjito Revisando las Anclas
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