No
quería que las coas se olviden. No tenía miedo de perder algo, pero
si olvidar. Es que por su vida han pasado personas, cuyos nombres y
rostros a veces se confunden en la niebla del tiempo. Ellos han
dejado huellas y sentimientos. Son estos, los sentimientos que son
los más peligrosos cuando se olvidan. Cuando alguien ya no sabe
sentir y se pierde en indiferencia, sufre y hace sufrir. Lo que
sentimos, es lo que nos pertenece, cuando es bueno nos da felicidad,
cuando es malo sirve de advertencia que deberíamos atender a tiempo.
Ojalá que perduren en nuestra memoria todos los buenos encuentros,
sonrisas, caricias y palabras llenas de amor, todas aquellas cosas
que nos hacen sentirse especiales importantes tomados en cuenta. Toso
eso son los pequeños pero imprescindibles ingredientes de la
felicidad de cada día. Así que a recordar y a no olvidar lo que se
siente.
Feliz
sábado de no olvidar.

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